El Centro para los Niños, Juventud y Familia de la Universidad de Vermont dio a conocer un estudio reciente, liderado por el profesor James Hudziak y dos psiquiatras especializados, que relaciona directamente el aprendizaje de la música en la niñez con el padecimiento de depresión y ansiedad en el adulto.
Hudziak se refiere al estudio como: «la más grande investigación de la asociación entre tocar un instrumento musical y el desarrollo cerebral».
El Desarrollo Cerebral Normal de Imagen por Resonancia Magnética, del Instituto Nacional de la Salud, proporcionó una base de datos, donde observaron escaneos cerebrales de un total de 236 niños, comprendidos en edades de 6 hasta los 18 años de edad.
Examinaron con detenimiento un indicador físico conocido por los especialistas, en los casos de depresión y ansiedad, en los cerebros en desarrollo. Específicamente el grueso de la capa exterior del cerebro (la corteza). Este grosor resultó estar ligado con los “tipos indicadores de conducta”, que incluyen agresión, “problemas de control” y atención.
Estos hallazgos fueron relacionados por el Dr. con el llamado Acercamiento de Vermont con base en la familia, que involucra la totalidad del entorno donde crece un niño: padres, maestros, vecinos, amigos, mascotas y actividades extra curriculares y la relación que presentan con la salud psicológica.
El descubrimiento fue que la música es un componente crítico en su modelo y que su interpretación implica un enfoque especial y un importante ejercicio neurológico. Paradójicamente, muchas escuelas de los Estados Unidos están cortando los programas musicales.
Marcos Pérez Brilles