Había una vez un chico un poco, o diría yo, más bien, bastante desubicado: a quién se le ocurrió ir al festival Electric Forest en Rothbury, Michigan, Estados Unidos, con una Bandera Confederada. El festival se realizó del 25 al 28 de junio y contó con un line-up de los mejores.
Ya sabemos que en estos festivales, normalmente, se respira un aire de paz y buena vibra. Los asistentes van a pasarla bien, a escuchar su música favorita, a bailar, a conocer gente nueva y en general, el ambiente es de emoción y expectativa ante lo que será el evento.
El chico en cuestión portaba su gran bandera entre la multitud, hasta que un asistente lo confrontó y le propinó un puñetazo. Un poco ensangrentado, el chico decidió tomarse orgullosamente una foto sin soltar su bandera de la discordia.
Para los que no están al tanto de los últimos sucesos en materia de racismo en ese país, el pasado 18 de junio, Dylann Storm Roof, un jóven de 21 años entró a la emblemática Emanuel African Methodist Episcopal Church, la iglesia más antigua de esta congregación en el sur de los Estados Unidos, donde asiste una mayoría de afroamericanos, y mató a 9 personas. Esto fue en Charleston, Carolina del Sur.
El joven hacía alarde de su supremacía blanca tomándose fotos con la bandera racista, así como el del festival. Tanto fue el revuelo que se ha ordenado que la bandera no sea colocada en ninguna institución pública del país.
Es un símbolo considerado abiertamente racista y no debe tener cabida en ningún festival o evento musical en donde se aboge por la paz, la tolerancia y la diversidad.
Por: Andrexilla