El 2015 nos ha mostrado que la tecnología y la moda cada vez son dos vertientes que coquetean entre sí. Con la llegada el Apple Watch y todos los smartwatches ya es inminente la llegada de una nueva era de la moda tecnológica, pero también nacen algunas incertidumbres especialmente relacionadas a la estética de los productos, la seguridad de la información y el futuro rentable de esta tendencia.
Digo 2015 al comienzo del artículo, porque el mundo de la moda tecnológica prácticamente vio la luz con el lanzamiento del Apple Watch, aunque mucho antes existían piezas de tecnología usable, como los relojes Pebble, Galaxy Gear de Samsung y los futuros Google Glasses, entre otros. Muchas otras empresas, especialmente las relojeras suizas, están pensando en lanzar sus propios productos inteligentes, pero aún no hay una certidumbre sobre el verdadero éxito de esto.
Cuando se empezaron a producir estas tecnologías no se tomó en cuenta el valor estético que necesitaban tener para lograr un alcance mayor. Es por eso que, actualmente, la estética es uno de los principales problemas que puede llevar a que este tipo de tecnología no tenga el éxito que merece.
La seguridad de la información y otros asuntos legales eran otros aspecto a tomar en cuenta. Debido a que estos accesorios pueden contener gran cantidad de información, como datos personales, información de salud, e incluso datos bancarios; es importante que la tecnología usable tenga una forma de acceso segura y que dé la confianza necesaria para que el público pueda confiar en estos productos.
Lo cierto de todo es que este tipo de tecnología está aquí y representa una oportunidad de negocio para muchas personas y empresas, ya que siempre se asociará a una parte de la población como dependiente de la tecnología al punto de llevarla puesta, como afirma Sarah Pearce en su artículo “Wearable Tech – A Passing Fashion?”.
Este año ha sido muy beneficioso para este negocio, porque en las últimas conferencias y presentaciones de novedades tecnológicas la ropa ha tenido una presencia significativa. Por ejemplo, en el CES vimos un vestido que mide los niveles de estrés de quien lo usa; en el SXSW presentaron un drone que sirve para limpiar el aire en frete de la cara de quien lo use; entre muchas otras. Pero en lo que alguna parte del público coincide es que estos modelos están dirigidos al uso, pero el aspecto es desagradable o no está a la moda.
Por otro lado, las empresas se dieron cuenta de la falta de estética en estos productos y tomaron medidas. Ahora vemos a diseñadores de moda tomando el control sobre la tecnología usable con el fin de unir la moda con la tecnología. Esto ha dado como resultado que tengamos algunos artículos de lujo que además son “fashion”, pero ahí está otro inconveniente, el precio.
Personalmente, veo que el futuro de la tecnología usable depende de tres aspectos fundamentales: la seguridad, la estética y el precio. Por lo general, la seguridad y el precio son aspectos que están cubiertos desde el desarrollo, pero la estética no. Si las compañías que están dispuestas a hacer este tipo de tecnología no toman la estética como un elemento indispensable del producto, no van a tener éxito dentro de un mercado mayor.