Buenos Aires se “thatcheriza” contra la electrónica, por Alan Ojeda

Cuando no se podía caer más bajo marginando un sector de la cultura musical, el Gobierno de la Ciudad decide intimidar a los pequeños organizadores y a los diversos espacios no comerciales de la noche porteña, utilizando un recurso ya utilizado en Inglaterra durante el comando de la Dama de Hierro ¿Qué implica esto? Los comandos organizados del estado, para clausurar los diversos bares y fiestas (también conocidos como AGC), ahora exponen, como argumento, un pequeño papel donde se expresa que todo espacio bailable, por el simple hecho de pasar música electrónica es pasible de ser clausurado. A eso se adjunta una no menos vergonzosa descripción sobre qué es este género musical y cuáles son sus características.



musica electronica argentina
Comunicado del Gobierno de la Ciudad

Esta política persecutoria tiene sus raíces en el decreto publicado en Inglaterra durante 1.994 que volvía ilegal el hecho de que diez o más personas se congregaran en un mismo lugar a escuchar música completa o predominantemente caracterizada por la emisión de una sucesión de zumbidos repetitivos, que pudiera causar distress a la comunidad local. Sin embargo, sería piadoso decir que la razón de esta censura es moral, como bien podría haberlo sido en Inglaterra, el país de la politeness y el protocolo. En este caso, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, como era de esperarse, ha tomado partido por los grandes empresarios, transformando la persecución post-Time Warp en el mejor recurso para acabar con la competencia de las grandes mafias de la noche.

 

No hay que darle mucha vuelta a este problema: cuando la Ley es injusta, no hay por qué respetarla.

Si bien la medida anti-baile fue tomada durante el gobierno de John Mayor, sucesor de Tatcher, este tipo de medidas ya había tenido lugar años atrás cuando la comunidad raver tuvo que idear un sistema de inteligencia para evadir a la policía (sistema de llamados y mensajes para obtener direcciones a última hora; sistema de sonido en camiones transitando por la ciudad; fiestas en lugares alejados de la ciudad), creando fiestas itinerantes que proliferaron en todos los suburbios. No hay que darle mucha vuelta a este problema: cuando la Ley es injusta, no hay por qué respetarla. No hay movimiento contra-cultural que haya crecido bajo el ala del poder de turno. Los responsables del Gobierno de la Ciudad han decidido no hacerse cargo del debate sobre la cultura electrónica y las drogas, poniendo en riesgo a los ciudadanos que disimulan cuidar. En este caso nosotros, los que disfrutamos de esta música, del baile, organicemos eventos o no (y me incluyo) somos más responsables que nunca de enfrentarnos a esta situación. Si nos persiguen con la Ley, viviremos al margen de ella, crearemos en los márgenes, haremos proliferar las fiestas de mil formas, hasta que no haya mano que pueda aplastarla. ¿Qué es el consumo pasivo y silencioso de eventos, sin compromiso alguno en las formas y en los contenidos, sino una forma más de la resignación y la incapacidad de construir una cultura?

Repito. Hoy que cada espacio cultural de la Ciudad que organice eventos nocturnos se ve amenazado por los caprichos estatales y de sus esbirros; que la oligofrenia parece ser moneda corriente; que bailar y gozar del cuerpo, ser dueño de él, de hacer lo que uno quiere, es delito, más que nunca es necesaria la construcción de un colectivo de artistas independientes activo y combativo. A esta altura sería una consecuencia lógica, después de alrededor de nueve años de macrismo en Buenos Aires. Es necesario que los artistas y organizadores tengan representantes legales capaces de enfrentar una demanda o, en el caso de que sea necesario, realizarla. Antes de que seamos víctimas de una justicia injusta, seamos el brazo con la espada.

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Comunicado del Gobierno de la Ciudad

Es en situaciones como esta que la ausencia de una cultura firme y con raíces en el ámbito de la música electrónica se exhibe en toda su forma. La movida electrónica no necesita de quienes solo por un hedonismo egoísta se acercan a una fiesta, casi siempre masiva, a pasar unas horas y olvidarse del mundo. Es necesario volver al pasado. Mal que le pese a una generación de jóvenes que ven el pasado como un peso inútil y no como una potencia activa en el presente, así como los malos de la película (de esta y todas) no tardan en repetir sus atrocidades, nosotros no tenemos que tardar en encontrar respuestas. No es difícil asociar esto que digo a la utopía sonora que alguna vez se planteó en Detroit con Underground Resistance:

Underground Resistance es un sello para un movimiento. Un movimiento que quiere el cambio a través de la revolución sónica. Urgimos a unirse a la resistencia y a ayudarnos a combatir la mediocre programación visual y sonora con la que se está alimentando a los habitantes de la Tierra, esta programación está estancando las mentes de la gente, construye un muro entre razas e impide la paz mundial. Es este muro el que queremos derribar. Mediante el uso de toda la energía aún por liberar del sonido vamos a destruir este muro igual que ciertas frecuencias pueden quebrar el cristal. Techno es una música basada en la experimentación; es la música para el futuro de la raza humana. Sin esta música no habrá paz, no habrá amor, no habrá visión. Mediante la simple comunicación a través del sonido, el techno ha unido a las gentes de diferentes nacionalidades bajo un mismo techo para disfrutar. ¿Es que no es obvio que la música y el baile son las claves del universo? ¡Los llamados animales primitivos y las tribus humanas conocen esto desde hace miles de años! Urgimos a todos los hermanos y hermanas del underground a crear y trasmitir los tonos y las frecuencias sin importar cuan primitivos son sus medios. ¡Transmite este sonido y causa estragos en los programadores!

Larga vida al underground…

 

Movamos el suelo hasta que lo rígido se quiebre y no haya lugar seguro salvo para los que se han acostumbrado a transitar la vida bailando.

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