Croydon, Inglaterra… Frente a la oficina abandonada del Correo Real se apretujaban cientos de personas que querían entrar a un local de un edificio abandonado. Eran jóvenes de ambos sexos, algunos vestidos de forma muy llamativa y estrafalaria, querían entrar a una fiesta: es un rave.
La estación de trenes se encuentra muy cerca del edificio y el hecho de correrse la voz del sitio del evento hizo que se sobre dimensionara la cantidad de ravers asistentes. Eran cerca de las 23:00 hs de un sábado muy “movido”. La gente pugnaba por entrar, ya las escaleras de acceso al local estaban abarrotadas y los jóvenes se peleaban por ingresar o salir de la sala donde sonaba el Drum & Bass.
Descontrol total
En la calle consumían cervezas, marihuana y drogas de laboratorio. La policía intentó controlar la situación un tanto desbordada, pero fue bombardeada con cantidades de basura y restos malolientes; por lo que se rindieron y decidieron vigilar a distancia hasta que terminara la “locura” que había invadido la calle y sus alrededores.
A pesar de esta vigilancia algunos terminaron en el hospital, por heridas provocadas por peleas, accidentes o sobredosis. Uno de los jóvenes (de 15 años) falleció 2 días después.
Entre los ravers que llegaron a pie y salieron en ambulancia, estaba uno que perdió la mayor parte de su dedo meñique. La policía estaba por todos los rincones y algunos funcionarios estaban muy violentos. El raver del meñique y su amigo lograron entrar por una puerta lateral, mientras otros saltaban la barda y derribaban las cercas de madera. Dejaron entrar al local al tumulto para evitar una revuelta. Igual los policías decidieron quedarse afuera del edificio toda la noche para de alguna manera evitar problemas.
Pasada la medianoche se hartaron de escuchar House y se encaminaron a la sala donde tocaban Drum & Bass y de repente se encendió la alarma de incendios y la sala se volvió un manicomio. Los jóvenes gritaban: ¡Quítenla! Quítenla! El raver, que se encontraba sobrio en ese momento, vio la caja de la alarma y decidió saltar y desconectarla. Saltó y agarro la caja… Pero la caja estaba rota y su dedo quedó atrapado y al bajar para arrancarla su dedo se le desprendió.
El hueso salía de la piel y el dolor era muy fuerte, pero la música era muy buena y el bajo sonaba muy bien. Se quitó su playera y envolvió su dedo con ella y bailó por una media hora.
“Sólo llevo una hora aquí, pagué 10 euros, perdí mi meñique, ¿en serio me voy a ir? No, Bailaré hasta que no pueda más” pensaba el raver, pero su amigo lo llevó a rastras hasta los paramédicos.
El dedo se perdió entre la multitud que bailaba y luego se enteró que una banda de marihuaneros lo lanzaban al aire y jugaban a atraparlo. Terminó el rave en un hospital inglés sin un dedo meñique.
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Por: Marcos Pérez Briñez
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