El músico afroamericano, Sonny Herman Blount, llevó el Jazz vanguardista a Chicago a mediados del siglo XX, con sus magistrales escenas condujo a la raza negra a cruzar diferentes universos a través de la ciencia ficción. Para lograrlo, Sonny se transfiguró en Sun Ra, un personaje de traje excéntrico que trascendió de los acervos culturales de esclavitud arraigados a su color de piel, en un épica entidad interestelar.
Blount estableció una crítica intergaláctica sobre las condiciones sociales y raciales que padecía la raza negra en el territorio norteamericano, a través del movimiento Afrofuturista. Bandas famosas como Earth, Wind & Fire en su sencillo Let’s Groove explotaron el concepto establecido por Sun Ra.
El Afrofuturismo es una estética literaria y cultural que utiliza las herramientas de los universos de ciencia ficción, a partir de interpretaciones de la mitología africana no occidental, como un medio de reflexión para hacer frente a los problemas culturales que sufren las personas de color. La investigadora y crítico cultural Ytasha Womack, especializada en este movimiento, lo definió como:
Una forma de ver el futuro o realidad alternativa a través de una lente cultural negra.
Una visión que fue ampliamente aceptada en las calles de Detroit, pues la tecnología y la electrónica estaba muy ligada a la ciudad, de la mano de obra calificada de los afrodescendientes que le contaban a sus hijos como manejaban robots para las industrias automotrices, hasta las iconografías espaciales, bajo el profeta intergaláctico Sun Ra.
Estos elementos influenciaron las próximas generaciones en la ciudad del motor, que vieron en la música electrónica un espacio para expresarse con puros ritmos electrónicos, profundos e hipnóticos que establecieron una manera artística en donde Detroit afrontara los problemas sociales, a partir de la creación de entornos alternativos donde la atemporalidad guiaba las reglas del juego, a través de la cultura Techno fundada por los Djs y productores norteamericanos: Juan Atkins, el visionario que hizo de los ritmos electrónicos un arte.
Kevin Saunderson elevó con sus perspicaces vocales el arte que Derrick May llevó a otro nivel con sus audaces modulaciones, al usar de manera experimental cajas de ritmos y sintetizadores con los que dejaron para la posteridad un reino de sonidos futuristas, manifestados como una resistencia y un desahogo en los bajos fondos, que de manera directa e indirecta hicieron frente a las injusticias de los estratos sociales de Detroit.
Esto evidencia un diálogo profundo con los ideales Afrofuturistas, al expresar en sus set extendidos una liberación de la imaginación, guiada por la tecnología y el misticismo de los sonidos analógicos en un sinfín de atmósferas fuera de este mundo, que perpetúan una fuerte crítica al sistema, que actualmente podemos disfrutar en las brutales composiciones de esos techno rebeldes.