Recientemente, otro titán de la música se funde en las mezclas del universo, dejando un gran legado de avances en todo el género electrónico. Este es Isao Tomita, que fue uno de los primeros en introducir los sintetizadores analógicos en Japón.
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Tomita, con la importación del Moog III en la década de los 60, descubrió las potencialidades que este instrumento podía ofrecer a los acerbos modernos de la música académica japonesa, comenzó por explorar las mimesis de los instrumentos en su recreación analógica, y logró trascenderlos con sonidos y modulaciones impensables para la época.
Avances que Iaso Tomita dejó plasmados para la posteridad, en su álbum “Snowflakes Are Dancing”, una producción de corte impresionista, gracias a la excelente representación de las prominentes composiciones del músico francés Claude Debussy, quien fue una figura importante en la música europea dada a finales del siglo 19.
Gracias al álbum “Snowflakes Are Dancing”, Isao Tomita inspiró a más de uno a enfrentarse al reino de los sintetizadores, proeza que lo llevó a ser el primer artista japonés en estar en las nominaciones del Grammy, por sus avances en el uso de los sintetizadores para recrear sonidos de una orquesta a través de la síntesis analógica.
Por eso y mucho más, Isao Tomita se puede considerar como un Mozart moderno, quien jamás se mostró incansable en su ingeniosa producción y además dejó, como todos los grandes músicos, una obra inconclusa esperando que las generaciones futuras puedan seguir su camino germinado. El cual termino para Tomita a sus 84 años cuando su corazón dejó de palpitar.