Desde la antigüedad, la música y las drogas se encontraron en las mejores fiestas orgiásticas de la humanidad, desde los reinos de Mesopotamia, hasta en Roma observaron como la música era parte importante en los sagrados ritos sexuales.
Un ambiente de inclusión, lleno de amores lascivos que, junto a los ritmos y modulaciones salvajes, condicionaban las zonas erógenas de la piel de aquellos convocados, y que eran seducidos por indescriptibles experiencias grupales. Sin embargo, esta curiosa característica de la música, como desencadenante de escalofríos involuntarios en la piel, tomó preeminencia en los estudios recientes de sus condiciones y muchos investigadores la bautizaron como “el orgasmo de la piel”.
Recientemente, Colin G. DeYoung, Ph.D. y profesor de psicología de la Universidad de Minnesota, hizo grandes contribuciones a los estudios de la personalidad psicológica y a la neurociencia, por medio la interesante investigación “La apertura / intelecto: Una dimensión de la personalidad que refleja la exploración cognitiva”
DeYoung, develó que las armonías inesperadas o los cambios de la intensidad en los sonidos de las composiciones musicales, son cualidades desencadenantes de escalofríos involuntarios en la piel. Según los diferentes hallazgos sobre el tema, para disfrutar de este placer repentino dado en las zonas erógenas de la piel, es necesario estar comprometido intelectualmente con lo que se escucha, por ello, si todavía no has vivido estas experiencias o quieres llevarlas al clímax total, recuerda sumergirte en tu composición musical favorita y te aseguramos que tendrás un orgasmo en la piel.