¿Me creerías si te dijera que existe una relación entre el dolor que sientes al llevarte el dedito chiquito del pie con una esquina y el placer que te produce besar? Pensaríamos que el sentido común es el que nos hace evitar el dolor y buscar el placer. Sin embargo, esto no pudiera ser más erróneo.
Actividades comunes, como: comer picante, hacer ejercicio y tener sexo, nos demuestran lo contrario. Pero, no se preocupen, hay una razón científica para esto.
Un error común, en el caso del sexo, es pensar que aquellos a quienes les gusta el dolor son sadomasoquistas. No obstante, un estudio demostró que existe una relación entre la percepción del dolor y el placer, específicamente durante el orgasmo.
En otras palabras, podríamos decir que el hecho de experimentar placer y dolor es parte de nosotros y está más interrelacionado de lo que pudiéramos imaginar.
Por ejemplo, durante el orgasmo, las mujeres experimentan actividad en 30 regiones del cerebro, incluyendo las que se vinculan a la percepción del dolor. Igualmente, al hacer ejercicios fuertes tu cerebro responde a las señales de dolor que el cuerpo le envía para liberar endorfinas. Esto quiere decir que sin dolor no hay placer, según informa el investigador Barry Komisaruk.
Ya saben, todo es cuestión de percepción. Al igual que entre el amor y el odio hay una delgada línea, entre el placer y el dolor también ocurre lo mismo.
También puedes leer: Cómo saber si una mujer tuvo sexo (recientemente)