Para comenzar la semana con buen pie, empezamos por culturizarnos un poco, despejando esos mitos que nos inculcan miedos innecesarios. Hoy les traemos una investigación de manos de Ben Chu, un investigador para la revista The Independent, quien descubrió que montar un caballo puede resultar mucho más peligroso que consumir éxtasis.
Claro, algunos dirán que montar a caballo no daña el tejido cerebral (hecho que no ha sido enteramente comprobado), mientras otros dirán que esto es cierto pero que al menos no te mataría. Para mantener las cosas en balance y ser objetivos, vamos a apegarnos a los hechos.
En su investigación, Chu comenta que hace seis años, David Nutt, Principal Asesor de Drogas del gobierno británico, alertó sobre el “equasy”, palabra que utilizó para referirse a la actividad de montar a caballo. Una actividad que tanto niños como adultos practicaban, para buscar liberar endorfinas producidas al sentir adrenalina. Muchas de estas personas resultaban lastimadas de gravedad.
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De forma objetiva, Nutt explicó que el hobby de montar a caballo era una actividad mucho más peligrosa que consumir pastillas de MDMA en clubs nocturnos y festivales. Él explicó que de 350 personas que practicaban este deporte, por lo menos 1 sufría algún incidente que ponía su vida en riesgo, mientras que en los casos de consumo de éxtasis, solo 1 de 10.000 podría correr algún peligro.
Nutt continuó explicando que los políticos deberían considerar las leyes en cuando al consumo de drogas, porque la realidad es que una actividad tan popular como montar a caballo afectaba a más personas que la sustancia prohibida número 1 del Reino Unido.
Por un lado, mientras que la lucha en contra de las drogas continúa, unos siguen luchando por demostrar que los riesgos reales de su consumo han sido extremadamente distorsionados. Por otro lado, la comunidad EDM se debe preocupar y enfocar en que en sus festivales, clubs y otros eventos, esta única persona, entre 10.000, esté a salvo.
Cada día nos están dando más pruebas de que el problema no está en su consumo, sino en su prohibición sin medida y en la falta de información apropiada.
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